
La prehistoria se ha dividido tradicionalmente en edades de los metales, aunque realmente esta división podría haber cubierto también la historia y haber llegado a nuestros días; de hecho, la “edad de hierro” no ha concluido y gran parte de los utensilios y artículos que se manufacturan en pleno siglo XXI son de este metal, aunque se lleve utilizando desde aproximadamente el año 1.000 a.C. No obstante, a final del siglo XIX y a mediados del siglo XX se producen dos avances tecnológicos que, sin mermar el uso del hierro, han impuesto el uso de dos nuevos elementos que bien mirado pudieran haber dado lugar a otras dos nuevas edades para la especie humana; hablamos en concreto de la “edad del aluminio” y de la “edad del silicio”.

El aluminio forma parte de casi todos los utensilios y productos de nuestra vida actual; se utiliza como revestimiento o cerramiento; en estructuras o para fabricar piezas para vehículos, en aeronáutica; en enseres domésticos, en la fabricación de latas y tetrabriks, como papel de embalaje, etc. Como es un metal dúctil, con una densidad relativamente baja y una excelente conductividad eléctrica resulta idóneo para la fabricación de conductores eléctricos, máxime porque es más barato que el cobre.

A pesar de que el aluminio, conjuntamente con el silicio, es uno de los elementos más abundantes en la corteza terrestre, en estado natural solo se encuentra en forma de hidróxido de aluminio, comúnmente conocido como bauxita y no fue hasta bien entrado el siglo XIX cuando podríamos fijar la fecha de inicio de esta supuesta “edad” ya que fue en ese siglo cuando se descubrió un método que permitió obtener aluminio a un precio razonable. De hecho, hasta esa fecha el costo del aluminio era superior al del oro, la plata o el platino, motivo por el cual se empleó en la elaboración de joyas, o para rematar el monumento de Washington.

Fue en 1886, cuando de forma simultánea, el norteamericano Charles Martin Hall y el francés Paul Louis Heroult descubrieron un procedimiento en el que al disolver la alúmina (óxido de aluminio) (Al2O3) en criolita (F6AlNa3) fundida y someter la mezcla a un proceso electrolítico se obtenía aluminio con un rendimiento comercial muy superior a todos los métodos utilizados hasta entonces.
Bajo un punto de vista de patentes el inicio de esta tecnología, que ha cambiado de forma sustancial nuestras vidas, también se origina de una forma tan sorprendente y con tal cúmulo de coincidencia que podemos hablar de dos patentes mellizas. Una pareja de mellizos se gesta y se desarrolla al unísono (porque lo hacen en el mismo útero), pero en dos bolsas separadas, y son producto de dos óvulos fecundados por dos espermatozoides diferentes. Pues bien, en este caso, el mismo invento surge de forma simultánea, en dos países diferentes y es producto de dos inventores diferentes, por lo que acaba dando lugar a dos patentes mellizas. Pero además existe tal coincidencia entre los inventores y en el desarrollo de este invento que nos pueden hacer dudar de quién estamos hablando en cada momento; por ejemplo:
Ambos inventores nacen en 1863; si bien el francés Héroult nace 8 meses antes que el americano Hall.
En 1886, cuando ambos tenían 23 años y aún vivían en casa de sus padres, llegaron al mismo procedimiento para obtener aluminio, prácticamente de forma simultánea y solicitan sendas patentes US400664 y FR175711, en sus respectivos países.
Fallecen ambos el 1914, también con 8 meses de diferencia, por lo cual han vivido prácticamente el mismo tiempo.

Número X
Hay quien añade otros paralelismos a sus vidas, lo cierto es que llevaron vidas totalmente ajenas entre sí y en países distintos, lo cual en el siglo XIX tenía un significado claro, muy distinto del actual. También hubo quien intentó encontrar el nexo común para ver quién había copiado a quién, pero nunca se encontró.
Por un lado, Paul Louis-Toussaint Héroult, nace el 10 de abril de 1863 y vive en Normandía (Francia). En 1885 intentó electrolizar varios compuestos de aluminio, empleando una dinamo de la pequeña curtiduría que había heredado y cuando consigue el propósito de obtener aluminio por este método solicita una patente FR175711, en Francia, el 23 de abril de 1886.
Mientras tanto, Charles Martin Hall nace en Thompson (EEUU), el 6 de diciembre de 1863, su familia se traslada a (Ohio) en 1873, se gradúa en Oberlin High School, y es ahí donde inspirado por su profesor Frank Jewett construye un rudimentario laboratorio de madera al lado de la casa familiar y con unas pilas caseras, una sartén de hierro y criolita logró preparar un puñado de botones de aluminio (que aún se conservan en Alcoa, Pittsburgh, donde se conocen como las «Joyas de la Corona de aluminio”), finalmente solicita la patente US400664 el 9 de julio de 1886.
Por aquel entonces en casi todos los países del mundo lo que imperaba era el principio de que el primero en solicitar la patente es el que tiene derecho a ella; sin embargo, en los Estados Unidos, se ha mantenido hasta este siglo el criterio de que ostenta el derecho a la patente el primero en inventar y, cuando se discute si el primero que ha solicitado la patente es el primero en llevar el invento a la práctica en los Estados Unidos se inicia un caso de interferencia, que fue a la postre lo que sucedió en este país, en este caso.
Aunque Héroult fue el primero en presentar su patente, cuando fue a los EEUU a patentar su invención, él solo pudo hacer valer la fecha de solicitud de su patente francesa, la del 23 de abril de 1886, mientras que Hall, como era americano podía acogerse al citado principio legal, reservado únicamente para los ciudadanos y empresas norteamericanas, y planteó un caso de interferencia alegando que había llevado su invención a la práctica dos meses antes que Héroult, más concretamente el 23 de febrero de 1886.
El propio Hall, su profesor Jewett y su hermana Julia fueron testigos en este caso. El testimonio de su hermana Julia Hall fue clave en este proceso ya que conocía bien las investigaciones que llevaba a cabo su hermano e incluso le había ayudado, consultando asuntos científicos y como documentalista, registrando los resultados del trabajo de cada día, incluyendo los detalles técnicos apropiados junto con la fecha, lo que apoyaría su testimonio durante este proceso; e incluso como historiadora, ya que preparó un documento que tituló: «Historia de la Invención del Aluminio de C. M. Hall», que contribuyó de forma importante en el caso Hall-Heroult de interferencia de patentes.


Por el contrario, Héroult no pudo cumplir con esta condición porque no era ciudadano americano y por tanto no sirvió de nada que sus experimentos hubieran tenido lugar en 1885, y él solo pudo hacer valer como prioridad la fecha de presentación de su patente francesa, de 23 de abril de 1886, por lo que a Hall le fue otorgada la patente US400664 en los Estados Unidos el 2 de febrero de 1892, después de un largo procedimiento. La disputa se resolvió finalmente con un compromiso entre los dos inventores que acordaron limitar la explotación de sus respectivas patentes, de forma que Héroult se quedaba con Europa, mientras que Hall la explotaría en América; de hecho, hoy en día en el mundo sigue produciendo aluminio basándose en el método Hall-Héroult.
Aunque a esta historia no le falte ningún ingrediente para resultar sumamente interesante, nos gustaría especular sobre lo que habría sucedido hoy en día, después de la modificación de Ley de Patentes de los EEUU, en la que también es el primero que solicita la patente el que tiene derecho sobre la invención, como en el resto de los países del mundo, y las patentes se publican a los 18 meses desde la prioridad y no como anteriormente, después de que fueran concedidas y que hubiesen superado el examen de novedad.
En el Convenio sobre la patente europea, en su Art. 54 señala:
Se considera que una invención es nueva cuando no está comprendida en el estado actual de la técnica, que está constituido por todo lo que antes de la fecha de depósito de la solicitud de patente europea se haya hecho accesible al público por una descripción escrita u oral, una utilización o por cualquier otro medio.
Se entiende también comprendido en el estado actual de la técnica el contenido de solicitudes de patente europea tal como hayan sido presentadas, cuya fecha de presentación sea anterior a la de la patente en cuestión y que sólo hayan sido objeto de publicación en dicha fecha o en una fecha posterior.

Supongamos pues que, tal y como ha sucedido realmente, Héroult solicita en primer lugar una patente en Francia y unos meses después Hall hace lo mismo en los EEUU. Y que a los pocos meses, sin esperar a que venza la prioridad, Hall decide ampliar su patente a través de una patente europea y lo hace antes que Héroult haga lo mismo con su solicitud francesa. En estas circunstancias, lo más probable es que coexistieran las dos patentes europeas cruzadas, ya que, por un lado, la solicitud de patente europea de Hall no tendría problemas porque realmente el día en el que la solicitó no existía aún una “solicitud de patente europea anterior”. Mientras que por otro lado, la patente europea de Héroult, con una prioridad francesa anterior a la de Hall, tampoco tendría ningún problema de concesión. De hecho es lo que ha sucedido en el caso del CRISPR-Cas9, en el que la patente europea EP2764103 del MIT se concedió a pesar de existir otra americana también prioritaria.
El día que los futuros Tribunales europeos de patentes entren en funcionamiento y se les presente un galimatías similar es posible que decidan cualquier cosa distinta de lo que cabría esperar. Goya lo sabía muy bien cuando en la Verdad, el Tiempo y la Historia, pintó la verdad histórica desnuda, después del paso del tiempo…
Este artículo forma parte del libro “Historias de Patentes” escrito por Miguel Á. Martínez, experto en Patentes y uno de los socios fundadores de iPamark. Fotos: Pexels