✍🏻 El Z1, diseñado por el ingeniero alemán Konrad Zuse, está considerado como el primer ordenador mecánico, analógico y programable del mundo, ya que tenía casi todas las partes de un ordenador moderno, es decir, unidad de control, memoria, lógica micro-programada, unidad aritmética (aunque no era digital) y dispositivos de entrada-salida.
El Z1 era capaz de leer datos y programas a través de una cinta perforada por medio de un lector específico. Era capaz de sumar/restar números de 22 bits y de efectuar multiplicaciones y divisiones (por adiciones o sustracciones sucesivas). Las unidades de mmoria mecánicas eran únicas en su diseño y fueron patentadas por Zuse KG, en 1936, DE907948; consistían en una serie de láminas metálicas dispuestas para hacer de condensadores.
Ahora bien, el ordenador digital, electrónico, fue un invento de John Atanasoff, ingeniero electrónico de origen búlgaro, nacido en el estado de Nueva York, en 1903, el cual, entre 1937 y 1942 desarrolló una máquina doméstica a la que llamó ABC. La idea surge cuando Atanasoff estaba realizando su doctorado en física teórica y necesitaba realizar muchos cálculos matemáticos, por lo que llegó a imaginar una máquina que pudiera hacer esta tarea; así que, una vez conseguido el doctorado y un empleo como profesor de universidad, se puso a trabajar seriamente en esta idea, pero llegó un punto en el que estaba bloqueado mentalmente y decidió salir de su laboratorio y dar una vuelta en coche para despejarse y como se suele decir, acabó como el rosario de la aurora: lejos, aterido de frío y con un par de copas, en un bar de carretera, pero fue entonces cuando se le ocurrió que su ordenador tendría que ser electrónico (no mecánico) y que utilizaría números binarios para que fuera más fácil operar de acuerdo a las leyes de la lógica (por lo que también sería digital y no analógico como el mecánico). De su alocada huída surge el ordenador actual y poco tiempo más tarde ya había diseñado los esquemas de su máquina, en la que la memoria y las funciones de cálculo estaban separadas; todos sus circuitos eran con válvulas electrónicas, que era lo que había por aquel entonces, ya que el transistor se inventó unos años más tarde.
En el “American Association for the Advancement of Science” celebrado en Filadelfia, en diciembre de 1940, Atanasoff conoce a Jhon W. Mauchly, empleado en el MIT (Massachusetts Institute of Technology), y le enseña los entresijos de su ordenador ABC, con la esperanza de algún día trabajar en el MIT, desarrollando la nueva máquina. Como resultado de aquella incipiente amistad, en junio de 1941 Mauchly visitó a Atanasoff en Iowa para ver el ABC y durante cuatro días en los que estuvo invitado de Atanasoff, tuvo la oportunidad de examinar y de discutir minuciosamente el prototipo del ABC.
Cuando estalla la II Guerra Mundial Atanasoff tuvo que trasladarse a trabajar a un laboratorio para la Marina de los Estados Unidos, por lo que no tuvo tiempo de presentar la patente de su máquina y acabó olvidándose por completo de ella, dedicándose a otros asuntos, hasta que 20 años más tarde fue llamado a declarar en el juicio que enfrentó a Sperry Rand Corp. y Honeywell.
En 1947, los ingenieros John P. Eckert y el ya citado Mauchly, empleados del MIT, construyeron el ENIAC, el primer ordenador electrónico-digital conocido de la historia. Se trataba de un monstruo, mucho mayor que el ABC, pero más rápido y con algunas ventajas sobre el ordenador “casero” de Atanasoff. Además, el 20-01-1947, solicitaron la patente US31210606 de su máquina; pero la US-PTO tarda 17 años en resolver sobre ella y finalmente la concedió el 04-02-1964, lo que plantea varios problemas, ya que en aquel entonces las patentes en los Estados Unidos se daban por 17 años contados a partir de la concesión; por lo que de entrada propició dos situaciones extrañas:
1 – que Atanasoff, el verdadero invento del ordenador, no llegó a enterarse de la existencia de la patente por sus propios medios; y
2 – que toda la industria que se estaba desarrollando en torno al ordenador tenía que comenzar a pagar royalties a Sperry Rand Corp, compañía que había adquirido los derechos de los supuestos inventores.
Esta situación explotó poco tiempo más tarde, cuando en 1967 Honeywell se niega a pagar licencia a Sperry y al ser demandada contraataca alegando que la patente era inválida, porque habían encontrado referencias a la máquina de Atanasoff en un artículo aparecido en el “Des Moines Register”, el 15 de enero de 1941, en el que se hablaba del ABC como «una máquina de computación electrónica» con más de 300 tubos de vacío que podía «calcular complicadas ecuaciones algebraicas». En el transcurso del juicio, que comenzó el 1 de junio de 1971 y se dictó sentencia el 19 de octubre de 1973, resultando ser uno de los más costosos de aquel entonces, el juez Earl R. Larson, de Minneapolis, convocó a juicio a Atanasoff, quien declaró sorprendido que no tuvo nada que ver con el diseño del ENIAC, cosa que era totalmente cierta y, cuando le enseñaron los planos de este ordenador descubrió que muchos de sus circuitos se parecían demasiado a los que había diseñado, y aún conservaba, de su máquina ABC.
Finalmente, Honeywell salió ganadora de la contienda y la sentencia dictamina que la patente del ENIAC no era válida; además, la sentencia deja muy claro que los “inventores” del ENIAC se habían basado, por no decir copiado, en los diseños de Atanasoff, pero esto tampoco le dio el reconocimiento histórico que se merece y el ENIAC y no el ABC, continua considerándose el primer ordenador moderno.
En 1953, la compañía IBM fabrica el primer ordenador a escala industrial, el IBM 650, comienza a usarse el lenguaje ensamblador de programación y los ordenadores con transistores reemplazan a los de válvulas, lo que marca el inicio de una nueva generación de ordenadores. En 1964 aparece el IBM 360 que ya emplean circuitos integrados, pero aún así los ordenadores de aquella época eran equipos enormes, montados en habitaciones especialmente preparadas para ellos.
Pero en 1965 la historia de los ordenadores dio un vuelco con la invención del ordenador personal. Esta máquina no nace de una de las grandes compañías americanas del sector, ni de los laboratorios de IBM, sino de un pequeño equipo de desarrolladores de la italiana Olivetti. En 1965 Pier Giorgio Peroto y Giovanni de Sandre patentan en algunos países su “Programma 101”, el que sería el primer ordenador personal del mercado.
La máquina fue expuesta en la Feria Mundial de Nueva York de 1964, con un enorme éxito que propició su producción en masa en 1965. Con un diseño bastante futurista y a un precio de 3.200$ se vendieron cerca de 44.000 unidades, principalmente en Estados Unidos.
La Programma 101 era capaz de calcular las cuatro funciones aritméticas básicas, además de la raíz cuadrada, el valor absoluto y la parte fraccionaria. Tenía 16 instrucciones de salto y 16 instrucciones condicionales de salto. Su memoria consistía en 10 registros: que podían contener 22 dígitos con signo y punto decimal. La programación era similar al lenguaje ensamblador.
Tanto los programas, como los resultados, se imprimían en un rollo de cinta de papel, similar al de una calculadora o de una caja registradora y los programas podían ser grabados en unas tarjetas de plástico que tenían una capa magnética en un lado y una superficie para escribir en el otro; cada tarjeta podía ser grabada en dos franjas, lo que le permitía almacenar dos programas en cada una de ellas.